viernes, 15 de diciembre de 2006

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Los Microcréditos

Los Microcréditos: ¿de izquierdas o de derechas?

Los microcréditos dan un nuevo significado al sistema bancario, a las formas clásicas de la ayuda social al desarrollo y, como se analiza aquí, también a términos más amplios como socialismo y capitalismo.

¿Se trata de un nuevo mecanismo que puede conducirnos a un nuevo tipo de revolución social o muy al contrario hacia un afianzamiento, una victoria final e incontestable del capitalismo?


Muhamad Yunus recibió el domingo el Premio Nobel de la Paz, el más alto reconocimiento al trabajo por la paz, que junto al prestigio que le acompaña trae consigo un jugoso premio monetario de más de un millón de euros, que proviene, mal seria olvidarlo, más aún al hablar de paz, de una pequeña parte de los grandes intereses que año a año acumula el cártel de la dinamita, prodigioso invento del doctor Nobel, también de gran relevancia y contribución global al progreso humano, aunque no precisamente en el mismo campo en el que Yunus fue galardonado. Entre los ilustres presentes a la entrega se encontraba una de las más fieles seguidoras y admiradoras del audaz economista bangladesí, Su Majestad la Reina de España.

Pareciera que Yunus logró convencer al fin, tras décadas de duras batallas contra “la realidad” y el “sentido común” a buena parte del pensamiento hegemónico occidental y más meritorio aún, una hazaña talvez incomparable: a uno de sus espacios más reacios al cambio, la innovación y la justicia social: el mundo de las finanzas y el sistema bancario.

Yunus, el Grameen Bank y las miles de experiencias de microcréditos desde entonces iniciadas en el mundo, muestran con un trabajo ya contrastado de tres décadas que los microcréditos no sólo pueden significar una nueva dinámica en el campo de la ayuda social, sino también un buen negocio para la banca si esta se muestra dispuesta a abrirse a los pobres, un mercado inexplorado y mucho más amplio en el globo que el que representan las clases sociales favorecidas. Un logro de reconciliación entre dos esferas hasta hoy ajenas y a menudo enfrentadas de no poca significación histórica y política.

Si bien los márgenes de beneficio pueden ser en estos bancos de los pobres menores por operación y cliente, el hecho de que el planeta esté habitado por 4 veces más pobres y desposeídos que ciudadanos aptos al crédito según los parámetros habituales, abre un nuevo universo de posibles clientes y un amplio filón de inéditos negocios financieros.

Sin necesidad de grandes cambios más que una distinta predisposición y una forma nueva de abordar al cliente, se multiplica por 4 la cantidad de clientes potenciales del sistema bancario. Y hay que recordar que si bien las formas de aval y la unión en grupos de receptores del crédito son aspectos innovadores, los intereses son iguales o mayores a los de la banca tradicional.

Pero no sólo las grandes instituciones financieras celebran el nuevo invento, sino también muchos de nosotros desde el ámbito del tercer sector y la cooperación social y humanitaria.

Los microcréditos en efecto, permiten la mejora sustancial e inmediata de la situación económica de muchas familias y comunidades, con menos intermediarios y subordinaciones, y mediante mayores grados de autogestión y autonomía que otras formas comunes de ayuda social o caridad. Poseen también un potencial inexplorado de beneficios sociales, que pueden modificar una parte sustancial de las dinámicas hasta hoy conocidas en el mundo de la empresa y las transacciones comerciales en el mundo, en especial en el Sur geopolítico pero también en el Norte.

Pueden estar abriendo al mercado mundial los dos tercios de la población global que quedaban hasta hoy excluidos del juego económico global, la mal llamada globalización y talvez, en todo caso, globalización neoliberal.

Se trata pues de un singular invento cuya emergencia cabe celebrar, y que al potenciarse con otras iniciativas e invenciones recientes, como Internet o el Comercio Justo, pueden significar profundos cambios, sino una revolución sociolaboral, de dimensiones planetarias.

Una revolución, sin embargo, que encaja plenamente, por cierto, en el universo deseado también por al utopía neoliberal y capitalista: un mundo poblado de microcapitalistas en una ligera descentralización y centrifugación del poder del capital para mutar de un modelo corporativo y nuclear a una de matriz más descentralizada y plural, ciertamente mucho más democrática, participativa e incluyente, pero intrínseca e indisolublemente inserida a las lógicas del capitalismo neoliberal.

Los microcréditos traen pues consigo una profunda reflexión que alcanza a cuestionar y modificar no solo el campo de la ayuda social inmediata y el desarrollo, o los campos de la banca y las finanzas, sino también términos y conceptos más amplios como capitalismo y socialismo.

¿Se logra con los microcréditos empoderar a las mayorías desfavorecidas, una demanda por tantas décadas reclamada desde las izquierdas y las luchas sociales? ¿O se trata, por el contrario, de una capitalización de los pobres, tornando el hecho y la actitud capitalista una parte naturalizada, una extensión del ser humano?
Los microcréditos conducen en cualquier caso a la revisión de muchas de las definiciones clásicas de lo que es y ha sido el capitalismo y de lo que ha sido y puede llegar a ser el socialismo, así como de las luchas sociales y hasta de los conceptos básicos de los derechos humanos de los dos últimos siglos.

Hasta hoy las visiones sobre el socialismo y los derechos fundamentales partían de una concepción de trabajo asalariado; la propuesta de los microcréditos en cambio va más allá de esta realidad y se centra en el autoempleo, haciendo de los pobres, pequeños capitalistas autónomos, microcapitalistas.

La lucha clásica del socialismo focalizó en la demanda de mayores protecciones sociales y mejores condiciones laborales, en un marco de empleos asalariados (wage-employement), mientras que el microcrédito nos lleva a un nuevo panorama sociolaboral marcado por el autoempleo y la creación independiente y autónoma de pequeños emprendimientos económicos. Una tendencia que no solo puede encajar mejor en un Sur global que no logra ser atendido ni por la esfera publica ni la privada de grandes corporaciones y empresas, sino que además es ya la relación predominante en el mundo, donde, ya antes de la aparición de los microcréditos, un 80% de los trabajadores lo hacen por cuenta propia como pequeños emprendedores.

Los derechos humanos y laborales y las luchas y reivindicaciones de los dos últimos siglos partían de una mentalidad de trabajadores europeos mayormente asalariados. Pero esta diferente realidad mayoritaria hoy en el planeta con una amplia mayoría de trabajadores autónomos, conlleva una revisión de los derechos laborales y humanos fundamentales que talvez deberían redefinirse para adaptarse a este nuevo escenario. Una lucha en la que ya actúa el movimiento social surgido de los microcréditos, y que aun sorprende y hubiera sonado muy extraño pocos años atrás: el derecho universal al crédito. Esto implica una profunda revisión de las luchas sociales y los derechos básicos.

A lo largo del siglo XX el sistema capitalista ha mostrado una asombrosa capacidad de mutación, adaptabilidad y cambio. Ha ido modificándose década a década a golpes de demandas sociales y huelgas por un lado, el del sector del trabajo, y reacción, represión, golpes de estado y dictaduras por el otro, el del capital. Ha logrado en esta danza de antitesis sociales adaptarse a las dinámicas mutantes de las sociedades modernas, resolviendo algunas de las demandas impostergables, y la necesidad de un mínimo pacto social para lograr cierta paz social y eficiencia productiva y evitar así revoluciones y revueltas sociales. “Démosles reformas, porque sino nos darán revolución” dijo astutamente un canciller de economía británico en la posguerra, y ese ha sido justamente el trabajo y la mayor inquietud del capitalismo europeo durante el siglo XX. Cada país y cada bloque económico regional ha ido construyendo paulatinamente unas determinadas pautas de relación capital-trabajo según las contradicciones y procesos sociales propios e internos y globales.

Más allá de un análisis profundo, podemos sintetizar las diferencias entre el capitalismo neoliberal y popular de nuestros días con el de su fase primera, de 1800 a 1945, teniendo en cuenta los siguientes ejes de cambio:

1. Trabajadores antes manuales, poco especializados, mal remunerados y con nula o escasa atención social publica.
Hoy -en el Norte- especializados, bien remunerados, con protecciones sociales y no solo manuales, también intelectuales y en un sinnúmero de actividades de gestión y administración

Se desplaza al Sur global las formas laborales habituales del primer capitalismo, deplanzándolo a paises de la periferia global, o bien haciéndolos llegar precariamente y con las manos vacías al norte mediante la presión económica a la emigración, para encajarlos dada su condición desencajada entre dos mares social y políticamente (no son ciudadanos), como infraclase funcional en sistemas de producción, retribución salarial y protección social pública no muy diferentes a las que los trabajadores europeos vivian en el primer capitalismo.

2. Capitalistas ya no son unos pequeños grupos solamente, sino éstos y junto ellos un sinfín de pequeños propietarios de acciones y trabajadores que han logrado ahorrar, pequeños capitalistas. Un número cada vez mayor, pero aun limitado a quien puede tener un extra salarial suficiente como para ahorrar y comprar acciones.

Tambien los mecanismos de la deuda externa y las relaciones geopolíticas y macroeconómicas y financieras Norte-Sur encadenan al Sur en unas relaciones de abuso bancario y monetario y empresarial muy poco diferentes del primer colonialismo, con formas diferentes, pero con iguales lógicas saqueadoras.


Frente a todo esto, los microcréditos conceden un crédito al individuo para dar inicio a un emprendimiento económico, algunas veces junto a otros en modelo cooperativo, la mayoría como micro empresario.

La emergencia de los microcréditos puede conducir a una nueva redefinición profunda del capitalismo de aquí a unos años. Una redefinición que puede ser de tal calibre que haga al nuevo capitalismo más diferente aún del que fuera analizado en el siglo XIX tanto por teóricos liberales como marxistas o libertarios, y cuyas nuevas implicaciones deberán redefinir también el posicionamiento político frente a él.

Los microcréditos, al igual que otras dinámicas de la economía solidaria, como la creación de monedas sociales paralelas o complementarias, la creación de cooperativas autogestionarias o de comunidades, invitan a la creación autogestiva de nuevas opciones sociolaborales y socioeconómicas.

Se trata pues de crear autónoma y autogestivamente una moneda nueva y propia para la comunidad local; o de construir autónomamente y en forma autogestiva un emprendimiento económico, una cooperativa o bien de dar inicio a un emprendimiento económico individualmente, para lo que están enfocados los microcréditos.

Son pues medidas alejadas de una visión asistencialista de las relaciones sociales, y en este sentido plenamente enmarcado en la línea del socialismo autogestionario y libertario, pero muy alejado de los socialismos que luchan por un estado proteccionista y de tipo asistencialista.

¿Pasará el nuevo socialismo del siglo XX y las nuevas luchas sociales de reivindicar el derecho a 8 o 6 horas de trabajo al derecho a crédito para emprendimientos autónomos, donde el horario de trabajo es mucho mas subjetivo y dilatado? Para la mujer que hace su cesto para venderlo en el mercado local, un máximo de horas de trabajo al día le puede resultar insignificante, pues es ella misma quien regula los tiempos y horarios de su producción y comercialización. Tampoco el derecho a vacaciones, pues es ella misma a quien las puede administrar según la necesidad y disponibilidad personal: se trata de una trabajadora autónoma.
¿Deberá entonces el socialismo luchar por convertir a los pobres en pequeños capitalistas?
Vemos pues que Yunus nos ha conducido a una amplia redefinición del socialismo y también del capitalismo, ya que los capitalistas podrian dejar de ser cuatro grandes peces gordos desalmados como algunos siglos atrás, para ser millones de pequeños autónomos en el mundo, que hasta hace poco vivían en la miseria.
¿Representaría este escenario una victoria o un avance de los 5.000.000.000 de desfavorecidos en el mundo y de las demandas socialistas y sindicales seculares, o bien, muy al contrario la victoria final del capitalismo?

Pero un capitalismo en el que los "pobres" pueden ser empresarios, ¿es el mismo capitalismo que clásicamente han combatido los socialismos?

¿O se trata de una nueva versión del capitalismo tan diferente de la que analizara Marx en su tiempo que implica su redefinición completa así como de las respuestas a éste?
Los microcréditos levantan pues en un ámbito de consideraciones histórico, antropológico, sociológico, cultural y político, cuestiones de complejo análisis, y de profundas implicaciones históricamente, socialmente y políticamente, además de económicamente.

Podríamos concluir diciendo que talvez este mecanismo junto a otros como el también emergente y ya potente movimiento social entorno al necesario cambio de modelo comercial, del comercio injusto al justo; medidas de democracia participativa como los emprendidos en Porto Alegre o Venezuela; el uso de practicas sostenibles de desarrollo económico; o el movimiento de las Ecoaldeas y el retorno sostenible al campo, puedan ofrecer algunas respuestas o al menos unas formas mas esperanzadoras de dar inicio al nuevo milenio.